Rafael Nadal: Foot Fault – Blog de la redacción

2023-02-15 15:17:28 By : Ms. Sara Chan

Lance Armstrong era una figura mítica. Compartía el Olimpo del ciclismo con los franceses Jacques Anquetil y Bernard Hinault, y con el belga Eddy Merckx. Ganó en siete ocasiones consecutivas (1999-2006) el famoso Tour de France. Superó, además, un cáncer testicular que le había producido metástasis a pulmones y cerebro. Su fundación recaudaba millones de dólares para la lucha contra esta enfermedad.

Y súbitamente su radiante imagen cambió en 2012, cuando la US Anti-Doping Agency lo acusó de uso sistemático de estimulantes. El ciclista admitió haber usado eritropoyetina (EPO), testosterona y transfusiones de sangre para mejorar su rendimiento. Fue suspendido de por vida y la Unión Ciclista Internacional le retiró todos los premios que había ganado desde 1993. Pasó de celebridad a paria. Su dramática historia ha llenado páginas enteras de tabloides en todo el planeta.

Ahora el fantasma del dopaje recorre el mundo del tenis y ensombrece la figura de otro personaje legendario, Rafael Nadal, ganador de veintidós Grand Slams, incluidos catorce títulos de Roland Garros. Desde hace años se le ha acusado de dopaje y a la fecha no ha podido desprenderse de esas acusaciones. De hecho, el reciente tratamiento de su famosa lesión de pie (osteocondritis del escafoides) ha incluido el uso de sustancias que están prohibidas en otros deportes. La ATP (Asociación de Tenistas Profesionales) y la FIT (Federación Internacional de Tenis), que se han llenado los bolsillos con el boom que generaron los tres grandes (Federer, Nadal y Djokovic), han decidido proteger al manacorí e ignorar las llamadas al orden en su deporte. El comportamiento de estas agencias empieza a parecerse, según algunos, al de la FIFA de Joseph Blatter, Joao Havelange, Julio Grondona y Jeffrey Webb.

La vista gorda frente al consumo de estimulantes y otras sustancias prohibidas en el tenis viene de lejos y ha involucrado a varias de las luminarias de ese deporte. En su espléndida autobiografía, Open, Andre Agassi cuenta cómo en 1997 la ATP escondió su positivo a metanfetaminas para no perjudicar la imagen del circuito.

Entre 2000 y 2005, cuatro extraordinarios tenistas argentinos dieron positivo en pruebas de antidopaje: Juan Ignacio Chela a metil-testosterona, Guillermo Coria a nandrolona, Mariano Puerta a etilefrina y Guillermo Cañas a hidroclorotiazida. Todos recibieron sanciones económicas y a todos se les quitaron puntos del ranking, pero el asunto no pasó a mayores, salvo en el caso de Puerta, quien fue suspendido varios años por reincidencia. Que todos estos casos se hubieran presentado en tenistas de una misma generación y un mismo país debió haber conducido a una rigurosa investigación. Sin embargo, tanto la ATP como la Asociación Argentina de Tenis le dieron carpetazo al asunto.

El siguiente caso de dopaje conocido fue el de Marin Cilic. En 2013 dio positivo al estimulante niquetamida. La FIT lo suspendió por nueve meses, pero aceptó la versión del tenista croata de que había consumido esa sustancia, sin saberlo, en una pastilla de glucosa que había adquirido en una farmacia, y que no lo había hecho para mejorar su rendimiento.

El caso más sonado de dopaje ha sido el de María Sharapova, ganadora de cinco Grand Slams y la atleta mejor pagada del mundo. En 2016 dio positivo a meldonium, una sustancia que mejora el desempeño físico y que la Agencia Mundial Antidopaje (WADA, por sus siglas en inglés) había incluido en la lista de sustancias prohibidas a principios de ese año. Sharapova aceptó haber tomado este fármaco los últimos diez años. La FIT la suspendió por dos años, pero después redujo la sanción a 15 meses, arguyendo que Sharapova había tomado meldonium por razones estrictamente médicas.

En 2017, Sara Errani, tenista italiana que había sido finalista en singles en Roland Garros y campeona de dobles de cinco Grand Slams, dio positivo a letrozol, un estimulante hormonal y metabólico cuyo consumo ha sido prohibido durante y fuera de competencia. Según ella, la sustancia estaba en un medicamento oncológico que tomaba su madre y que seguramente cayó sobre unos tortellini que ella le dio de comer. Sólo se le impuso una sanción testimonial de dos meses. Lo que se supo después fue que Errani se había convertido en una regular de la academia del tenista español David Ferrer, TenisVal. Allí había entrado en tratos profesionales con un miembro de la plantilla de asesores de dicha academia, el doctor Luis García del Moral, médico del US Postal, el equipo de ciclismo de Lance Armstrong. García del Moral fue suspendido de por vida para ejercer la medicina deportiva por su vínculo con Armstrong, pero después fue exonerado a cambio de cooperar con el Tribunal de Arbitraje Deportivo, el famoso TAS. David Ferrer, por cierto, negó haber tenido tratos con el galeno hispano.

Las sospechas de dopaje en el deporte español se empezaron a hacer públicas en 2006, cuando surgió la llamada “Operación Puerto”, que descubrió una red de dopaje, encabezada por el doctor Eufemiano Fuentes, que ofrecía EPO, anabolizantes y transfusiones sanguíneas a decenas de deportistas españoles, incluyendo futbolistas, tenistas y ciclistas. Lamentablemente, en ese entonces, el dopaje no era delito en España. Por esa razón, el juez encargado del caso, Antonio Serrano, lo archivó, y quedaron absueltos todos los posibles imputados. Serrano, además, se negó a entregar a los organismos deportivos internacionales las pruebas recabadas durante su investigación. Esto impidió que los clientes de la red recibieran las sanciones deportivas que merecían.

El tema volvió a surgir en 2011, cuando Yannick Noah, campeón de Roland Garros en 1983 y capitán del equipo Copa Davis francés, acusó a los deportistas hispanos de estar utilizando estimulantes de manera regular. En una entrevista para el periódico Le Monde se preguntó:

¿Cómo es posible que un país [España] domine el deporte de un día para otro? ¿Acaso descubrieron técnicas y métodos de entrenamiento avanzados que nadie más ha imaginado? Si no tienes una poción mágica es difícil ganar. […] En España, en el caso Fuentes, el mayor escándalo en la historia del deporte, no hicieron nada. Posiblemente porque allá el deporte es tan importante que sus héroes están protegidos.

La respuesta de Rafael Nadal a los comentarios de Noah fue inmediata y terminante, aunque no muy seria ni elocuente, dado el antecedente de la “Operación Puerto”, que había puesto en entredicho a todo el deporte español: “A este tipo no debería permitírsele escribir más en el periódico. Lo que dijo es completamente estúpido”.

El tema volvió a explotar en 2013, cuando el tenista español dejó de jugar por meses. Roselyn Bachelot, exministra de Deportes de Francia, declaró:

Sabemos que la decisión de Rafael Nadal de mantenerse siete meses fuera de las competencias fue seguramente debido a un control positivo. Cuando un tenista deja de jugar por varios meses es porque ha dado positivo y el hallazgo se está ocultando.

En ese lapso, Nadal se perdió los Olímpicos de Londres y el Abierto de Estados Unidos por una supuesta tendinitis de rodilla, y después, el Abierto de Australia, por un supuesto virus estomacal. Nadal interpuso una demanda contra Bachelot por difamación en los tribunales de París. Reclamó 100 000 euros por daños y perjuicios que, de ganarse, donaría a una fundación. Ganó la demanda y la exministra tuvo que pagar una multa de 10 000 euros.

Después de los Olímpicos de Río, el tema del uso de sustancias indebidas por parte de Nadal alcanzó un nivel casi de escándalo. Un grupo de hackers rusos, los Fancy Bears, tuvo acceso a los archivos de la WADA y descubrió que la FIT le había otorgado a Nadal dos Exenciones por Uso Terapéutico (TUE, por sus siglas en inglés): una en 2009, para inyectarse betametasona por un problema abdominal, y otra en 2012, para inyectarse una corticotropina (tetracosactida) para una lesión de rodilla. Se trata de permisos especiales para utilizar sustancias prohibidas por razones médicas. Poco después Nadal comentó en una entrevista: “Cuando uno […] pide permiso para hacer una cosa y se lo conceden, no está haciendo nada que no sea legal”.

Los expertos en dopaje no se han quedado callados. Fritz Sörgel, profesor del Instituto de Investigaciones Biomédicas y Farmacológicas de Nuremberg, considera al tenis uno de los deportes más susceptibles al dopaje, junto con el ciclismo y el atletismo. La razón es el alto nivel de estrés al que están expuestos sus deportistas todo el año. Sörgel no muestra ningún temor de opinar sobre los atletas que posiblemente utilizan sustancias prohibidas para mejorar su desempeño. El primer lugar de su lista lo ocupa el manacorí:

Nadal muestra ciertas anormalidades que siempre me han resultado sospechosas: su capacidad de regeneración y su condición física (athleticism). A pesar de sus múltiples lesiones, el “Toro de Manacor” siempre alcanza su máximo nivel. Además, Nadal viene de España, un país que no se ha caracterizado precisamente por seguir muy de cerca a sus héroes.

Surge ahora la discusión sobre su milagrosa recuperación después de haber sufrido varias agudizaciones de su osteocondritis. Tras meses de inactividad y una “agresiva” cirugía que lo tuvo en muletas un largo periodo, Nadal ganó el Abierto de Australia este año, y después de no ganar ninguna de los torneos de arcilla previos al Abierto de Francia y sufrir otra recaída en el Abierto de Roma, volvió a triunfar en Roland Garros. El propio Nadal declaró que los últimos partidos de este último torneo los había jugado con el dedo infiltrado con anestésicos. En la conferencia de prensa tras su derrota frente a Rafa, Djokovic comentó, sin dejo alguno de ironía: “[Nadal] es capaz de volver al 100 % pocos días después de estar lesionado y apenas poder caminar. Lo ha hecho ya muchas veces en su carrera”.

En una entrevista del 7 de junio para El País, uno de los medios que más ha apoyado a Rafa en sus corridas, el ciclista francés Gillaume Martin declaró que si hubiera sufrido una lesión como la de Nadal, habría tenido que retirarse de la competencia porque en el ciclismo están prohibidas las infiltraciones con corticoides, anestésicos o analgésicos. Al día siguiente Nadal fue fotografiado a su llegada a Barcelona caminando con muletas.

La fama de Tony Nadal, tío y, hasta hace unos años, entrenador de Rafa, tampoco ayuda. Para algunos es un entrenador ejemplar, sabio y generoso, que dicta conferencias en Ted Talk sobre el valor del esfuerzo. Para otros es el jefe de una mafia que tiene una influencia desmedida en la ATP. Se dice que es una especie de Padrino que no tiene empacho en arreglar cuadros (draws), presionar árbitros e imponer directores de torneos. Muchos piensan que el tío Tony no se tocaría el corazón para sugerir el uso de una sustancia prohibida para mejorar el desempeño de Rafa, para después, si fuera necesario, presionar a las autoridades internacionales y a la prensa especializada para ocultar los malos pasos de su sobrino.

A estas alturas de la discusión, la pregunta correcta no es si Rafael Nadal está violando las reglas del llamado deporte blanco. La respuesta a esa pregunta ha sido, hasta la fecha, un contundente no. La mayoría de las sustancias que Nadal ingiere están permitidas por la ATP y la AIT. Cuando “tuvo” que usar sustancias prohibidas, pidió y recibió los permisos especiales correspondientes. La pregunta relevante es si las sustancias que ha consumido desde hace años le han otorgado ventajas inaceptables sobre el resto de los jugadores del circuito: el piso en el deporte, dice el fair play, debe ser parejo. La respuesta a esa pregunta, según varios personajes del deporte francés, es un contundente sí. Habría que ver, además, si no ha usado, como tantos otros deportistas españoles, sustancias prohibidas que las pruebas tradicionales de antidopaje no han podido detectar. Existe también la posibilidad de que las haya consumido y que las pruebas las hayan detectado, pero que la ATP y la FIT las hayan ignorado, como en muchos otros casos —el de Agassi, de manera notable.

Luis Alfredo Álvarez, locutor de beisbol y tenis de ESPN, siempre se ha llenado la boca con empalagosos elogios para Federer y Nadal. A Roger lo llama “Su Majestad”, con mayúsculas; a Rafa, “La Bestia”. Una frase suya se hizo viral después del último triunfo de Nadal sobre Djokovic, que casi le garantizó su título catorce del Abierto de Francia: “La Bestia anda suelta en el patio de su casa”. Pero Rafa no es un toro mitológico, incansable y poderoso, sino un simple mortal con habilidades extraordinarias obsesionado con mejorar su rendimiento deportivo y atormentado por lesiones que decidió tratar con sustancias que siempre han levantado sospechas. Quedarse con el récord de Grand Slams es su meta. Para muchos, eso lo convertiría en el tenista más grande de la historia. Para alcanzarla parece dispuesto a casi todo, incluso a poner en riesgo su salud y su imagen gloriosa.

Octavio Gómez Dantés Investigador del Instituto Nacional de Salud Pública

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